jueves, julio 19, 2007

CON O SIN MIIIEDO...




Siguiendo el tema de la vida hetero, bi y homosexual y sus ínfimos parecidos por que todos somos humanos; caiga quien caiga sigo en este tema. Se dice que cuando un hombre llega a los cuarenta, el temor frente a la potencia de sus erecciones lo trasnocha. También comentan, que si bien las mujeres heterosexuales ya no se preocupan si no tienen marido a los 25, empiezan a asustarse cuando los treinta y ocho se sienten cerca y nada de nada.

Puedo decir como gay que en nuestra corta carrera en la vida pública de ésta sociedad nos exime de declarar una línea de riesgo con respecto a la edad y al hecho de tener o no tener pareja… ¡Un peso menos encima! Tampoco nos sugieren un número de hijos, ni la consecución de una casa con terraza, además del labrador dorado para completar la familia, todo empacado en una camioneta pick up. No quiero decir que esas exigencias estén mal, sólo que no nos tocan tan a fondo.

Pero bueno, lo interesante del caso es que al pasar el tiempo, esos miedos desaparecen, gracias a nuestra destreza para enfrentarlos, y a la capacidad que ganamos para encararlos.

Algunos se estocan sin mucho esfuerzo, a otros es más complicado darles la cara, aunque los coqueteos para desterrarlos de nuestras vidas siempre están presentes; sin embargo, uno que otro miedo se nos pega a la piel como la miel, gracias a nuestras incapacidades, a las circunstancias, o simplemente gracias a la premura de la muerte para llevarnos con ella, porque, incluso, nos llevamos algunos miedos tres metros bajo tierra, o como compañía al horno donde (no sé a cuantos grados) nos convertimos en cenizas.

Para hablar de las batallas ganadas y procurando no caer en imprecisiones, me limitaré a mi experiencia. Por ahora tengo veintiséis años, así que hablaré de esos miedos que me atormentaron hasta hoy. De los actuales no hablo, porque los miedos son como los problemas, cuando se vuelven públicos, se desbordan.

Aquí vamos, una confesión abierta de aquello que ya no me atormenta, quizás te identifiques, quizás no lo haga del todo, lo importante es que se encuentre con uno que otro miedo propio, sólo así es posible liberarse de ellos.

1.- Debo empezar por decir que le perdí el miedo a mi padre; ya no soy un apéndice suyo; crecí, ahora él sabe que soy un hombre adulto y que el chantaje no me hará cambiar de parecer.
No me interesa pertenecer a su tribu, me interesa ser un individuo dentro de ella, para más adelante tener la posibilidad de liderar la mía propia, gracias a mis características únicas; de todas formas, él fue quien me enseñó la valentía, y si pretende que sea su igual, puede declararse víctima de su propio invento. Para mí no es negociable el olor a hombre, el carácter masculino, el pecho cuadrado, ni mucho menos mi casa colonizada por la testosterona. Sé que mi padre me ama, y que no tuve que ser lo que soñó cuando me planeaba como un retrato suyo.

Hoy no le tengo miedo a parecer maricón frente a los amigos machos de mis hermanos, ya ni siquiera los veo, algunos son profesionales, otros no sé que son. Además ya no me gustan, pues no constituyen el único universo masculino que por sus límites tan estrechos, me llevaba a enamorarme de ellos y a temer que se dieran cuenta de que era marico.

Hoy los puedo mirar a la cara sin miedo, aunque hace algunos años me avergonzara porque una que otra vez me descubrieron alzando la pierna a 180 grados, imitando a los bailarines de la televisión… sólo porque soñaba con ser lo que soy, Bailarín, y no precisamente coronel o abogado, como los hombres. Hay una frase que dice: Si queremos mirar la estrella de nuestro destino, debemos buscarla en nuestros corazones... (D. Marden)

2.- Tampoco le temo a la Iglesia, pues aunque algunos de sus miembros señalen a los gays como enfermos o incapaces de formar un matrimonio, sé que mienten y que no son coherentes porque sus aseveraciones discriminatorias se alimentan de su incapacidad para gritar a los cuatro vientos que aman a su monaguillo de turno.

No les temo porque descubrí su actitud coercitiva y obstinada, detrás de la cual se anida y reproduce la intención de tratarme como una oveja mansa y estúpida.


3.- Hoy tampoco le temo a mi cuerpo. Tampoco me pruebo hombreras de mi mamá a escondidas para parecer más acuerpado -como lo hacía a los dieciséis-, pues ya no creo que entre más fuerte parezca me voy a ver más masculino para evitar la evidencia. Sólo me interesa verme como lo que soy: Gay.

Mucho menos me lamento si al vestirme no dejo ver mis puntos fuertes, hoy sé que cuando el tiempo pase, mis músculos se cansarán y tendré que hablar y comportarme de manera interesante para ser visto. Es eso lo que debe ocuparme ahora.

4.- Ahora uso sin miedo el rosado, el amarillo pastel y el azul celeste; me pongo lo que me gusta. Si me queda bien, lo llevo. No importa si está en la sección de hombres, mujeres o niños, todos ofrecen grandes posibilidades: un buen pantalón de hombre es perfecto para ser coherente con el declive de mi interés por mostrarlo todo –los de hombre son menos apretados- , un sweater de lana de mujer es preciso para quienes somos delgados, y una camiseta de niño talla catorce siempre es útil para bailar jajajajjaaaaa...

Además, me divierto al salir del almacén, pues los vendedores comentan y se ríen metidos en sus pantalones bolsudos, orgullosos de llevar sólo prendas de macho. A ellos tampoco les tengo miedo.

5.- No me da miedo escribir sobre mi vida. Lo que cuento nos pasa casi a todos los gays o no, sólo que con algunas variaciones de intensidad. ¡Esta es la vida! y cuando se registra hacemos más evidente su paso, las ganancias, y también las pérdidas.

Esconderse no enloquece, pues muchos viven así sin problema, es sólo que comunicar es lo que me gusta, con un plus: me desvanece por completo la paranoia por ser descubierto, la misma que antes me atormentaba.

6.- Ya no me interesa inventarme una novia en mi trabajo por temor a no ser aceptado, aunque mis amigas se prestan para ello y orgullosas están si les digo que aparenten serlo!!! jajajaja pues ahora estoy seguro que mis talentos se potencializan al estar apoyados en mi libertad.

Mucho menos temo expresar mi molestia a mi equipo de trabajo, si tuvieron un bajo nivel o se equivocaron, lo digo. Y si tengo que ser enfático y cambiar el tono, me tiene sin cuidado que cuando me vaya digan que “la loca se emberracó”, está arreeeechaaa la maricaaa!!! u arrechhaaaaa la que mass nos gritaaaa!!!

7.- Ya no me importa que me califiquen a mis espaldas, yo les doy la cara para que lo hagan sin restricción... “ser monedita de oro” tampoco hace parte de mi proyecto de vida.

8.- Y lo más importante, ya no me tengo miedo, ni siquiera me interesa saber si soy gay producto de los genes o del entorno socio cultural. Me hace feliz ser como soy, gay, bi hetero!! equis!!! y no ocuparé mi tiempo descifrando cosas que la ciencia y los teóricos quizás nunca logren dilucidar. No siento culpa por ser lo que soy, estoy aquí y eso es lo que importa.

Una aclaración para cerrar: con esta confesión no quiero decir que estoy salvado o que hago parte de una dimensión superior a la humana, pues como lo dije al comenzar, estos son sólo algunos de mis miedos enfrentados, la lista de los que aún me ponen trabas es tanto o más larga que esta pero se que los derribare!!. Pero como todo, como tú. Aún tengo miiiedo.

Un besazo con toda mi

martes, julio 10, 2007




... ¡¿Cómo?, ...¿no tienes pareja?!... Es la pregunta que me han hecho casi todos siempre y después del anterior post, no tengo pareja; pero si much@s pretendientes. Recibí un coment interesante de una amiga, diciendome le impacto el post, que fue sobervio y algo egoista. Amiga déjeme decirle que la soberbia según Santo Tomás de Aquino es "un apetito desordenado de la propia excelencia" es decir es el amor desordenado de sí mismo y si por ser Realista me dices Egoísta pues de ambos tiene un poco. Siempre fui soberbio, aunque lo vean como un pecado a mi no me importa, pero dentro de mi realidad se perfectamente lo que dice el proverbio: "Uno debe llevar en su bolsillo dos papeles. En uno debe estar escrito: para mi fue creado el mundo y en el otro bolsillo debe decir: soy simplemente polvo y cenizas"

Pero figense en algo, como para hacer historia y aclararles la mente a los ofuscados o desorientados según mi manera de pensar. La cultura occidental, fuertemente influida por el cristianismo y la religión, nos ha hecho asumir como un axioma que las relaciones de pareja deben durar y ser para toda la vida ("hasta que la muerte los separe", "lo que Dios ha unido, no puede separarlo el hombre", etc.). Aún cuando en los hechos nuestras conductas sexuales y nuestra propia libido nos lleva a actuar de diferente forma, todos sostenemos y hasta defendemos la creencia de que el estado ideal de cualquier persona es la vida en pareja, en matrimonio o más recientemente en sociedad de convivencia. Incluso, no tener pareja se asume como una debilidad, desgracia o discapacidad de las personas, sobre todo entre los heterosexuales. Así, por ejemplo, una mujer mayor de 30 años aún soltera es considerada "quedada" o "solterona", y un hombre se vuelve inmediatamente sospechoso de ser "rarito" o "joto" cuando a cierta edad no se ha casado y formado una familia. Un gay sin pareja, sobre todo entrado en los cuarenta, puede representar para muchos un triste cuadro de la más lamentable soledad. Y es hasta aquí que he querido llegar.

Un tema muy sonado sobre el ambiente gay es que las "relaciones de pareja" duran poco y carecen de compromiso. Es común escuchar historias donde dentro de una relación, existe sufrimiento, desilusión, desesperación y depresión. Y cada vez es menos frecuente encontrar parejas que perdure su amor por muchos años.
La interrogante es constante, y mientras no se entiendan las características del amor, el enamoramiento y el desamor, seguirán las dudas a cerca del porqué se sufre constantemente al no obtener una relación plena y feliz.

El concepto de amor por lo general lo aprendemos erróneamente gracias a la fantasía del ser humano: Unir felizmente dos almas para siempre, antes y después de la muerte. La realidad es que, el objetivo de tener una pareja, es complementar nuestras características personales, por medio de la identificación o complementación con otra persona, apoyando y reafirmando la integridad personal.
Para poder conseguir una relación de pareja, se necesita atravesar algunas etapas. La primera es el cortejo, en donde una persona ve en otra ciertas características, que según su personalidad, le atraen física y emocionalmente, y viceversa. Después se entra en la etapa de enamoramiento, que como definición, es un estado alterado de la conciencia, en donde se idealiza a la persona escogida, dando como resultado una admiración irracional que provoca ganas de estar el mayor tiempo posible juntos, además de la incapacidad de percibir por completo las características del individuo (no se ven los defectos, y si se ven, se desplazan al momento). Esta etapa no dura más de 3 años.

Posteriormente entramos en la etapa del amor, en donde el enamoramiento toma uno de dos caminos: o concluye o se transforma. Se va pasando a un mayor contacto con la realidad, y empezamos a ver al amado también en aquellos aspectos que no nos gustan. Si se acepta entonces la relación sigue. Sería magnífico que todos los individuos consiguieran cruzar estas etapas, aunque la realidad nos muestra lo contrario. No es fácil siempre, y muchos son los casos en que las historias de "amor" entre dos personas se atoran en algún punto y se vive el desamor.
El desamor y el amor son dos versiones de una misma historia, vividas por una misma persona, poniendo al amor como la felicidad, y el desamor como el sufrimiento. Sentirse amado y amar, da cierto grado de realización en el nivel sentimental, y casi todo mundo lo busca.

Al momento de no recibir lo que tenemos en mente, se vive una especie de impotencia que desestabiliza la integridad de las personas: "No obtienes lo que quieres, ni te sientes único e importante".

Y esto va con tod@s; para poder controlar mejor las emociones y evitar sufrir es necesario el completo autoconocimiento y la percepción de los sentimientos y expectativas de los demás. Y es lo que yo he hecho, he superado y quizás si, soy algo soberbio o egoísta pero es como si fuera un "juego de espejos" donde todos se reflejan tarde o temprano. No me gusta decir "Yo te lo dije" pero recibo gratamente un "tenias razón"

Así pues que entre menos salud mental haya, entendida como inestabilidad, desajuste y desadaptación, inmadurez amorosa o de pareja mayor desamor se vivirá. Tú eres responsable de poner orden en tu vida.

Un besazo con toda mi